Otros textos

En esta sección encontrarás textos que comentaremos o leeremos en clase pero que no analizaremos en profundidad. Los mismos se irán subiendo a media que sean nombrados o referidos en clase.

Inconvenientes en los servicios públicos- Julio Cortázar

Vea lo que pasa cuando se confía en los cronopios. Apenas lo habían nombrado Director General de Radiodifusión, este cronopio llamó a unos traductores de la calle San Martín y les hizo traducir todos los textos, avisos y canciones al rumano, lengua no muy popular en la Argentina.

A las ocho de la mañana los famas empezaron a encender sus receptores, deseosos de escuchar los boletines así como los anuncios del Geniol y del Aceite Cocinero que es de todos el primero.

Y los escucharon, pero en rumano, de modo que solamente entendían la marca del producto. Profundamente asombrados, los famas sacudían los receptores pero todo seguía en rumano, hasta el tango Esta noche me emborracho, y el teléfono de la Dirección General de Radiodifusión estaba atendido por una señorita que contestaba en rumano a las clamorosas reclamaciones, con lo cual se fomentaba una confusión padre.

Enterado de esto el Superior Gobierno mandó fusilar al cronopio que así mancillaba las tradiciones de la patria. Por desgracia el pelotón estaba formado por cronopios conscriptos, que en vez de tirar sobre el ex Director General lo hicieron sobre la muchedumbre congregada en la Plaza de Mayo, con tan buena puntería que bajaron a seis oficiales de marina y a un farmacéutico. Acudió un pelotón de famas, el cronopio fue debidamente fusilado, y en su reemplazo se designó a un distinguido autor de canciones folklóricas y de un ensayo sobre la materia gris. Este fama restableció el idioma nacional en la radiotelefonía, pero pasó que los famas habían perdido la confianza y casi no encendían los receptores. Muchos famas, pesimistas por naturaleza, habían comprado diccionarios y manuales de rumano, así como vidas del rey Carol y de la señora Lupescu. El rumano se puso de moda a pesar de la cólera del Superior Gobierno, y a la tumba del cronopio iban furtivamente delegaciones que dejaban caer sus lágrimas y sus tarjetas donde proliferaban nombres conocidos en Bucarest, ciudad de filatelistas y atentados.

*Texto incluído en Historias de cronopios y famas de Julio Cortázar, publicado en 1962.

El gallo azul - Washington Benavides


Fue por Cañas que encontré,

en un rancho entre las sierras,

la moza tierna

que canto yo.

Era fiesta familiar,

cumpleaños de la moza,

mejor que rosa

era esa flor.

Ondulaba el acordeón,

una maxixa liviana,

y daban ganas,

de al baile entrar.

Yo le dije: ¿me permite?,

y ella dijo: como guste;

de usted es el cumple,

pude atinar.

- ¿Vino de la ciudad?,

- Vine de Tacuarembó.

- ¿Sólo por verme a mí?

- Su humilde servidor.

- ¿Se marchará de aquí?

- Cuando cante el gallo azul.

- ¿Y allá me olvidará?

- Que no vea más la luz.

Mas la vida me llevó,

por campos desconocidos,

llegó el olvido,

todo llevó.

Acampé en Cebollatí,

y dormí por la frontera,

la brasilera

me acompañó.


Ahora quiero recordar

a la moza de ojos pardos,

en aquel rancho

blanco y azul.

Y doblao junto al fogón,

ni su fogata me alumbra,

vivo en penumbras,

cargo mi cruz.

- ¿Vino de la ciudad?,

- Vine de Tacuarembó.

- ¿Sólo por verme a mí?

- Su humilde servidor.

-¿Se marchará de aquí?

- Cuando cante el gallo azul.

- ¿Y allá me olvidará?

- Que no vea más la luz.


Autoría de Washington Benavides, interpretado por varios músicos, desde Los Olimareños a Lucas Sugo 

¿Quién paga el pato? - Mauricio Rosencof


ESCENA I

Son las tres de la tarde de un día otoñal. Un hombre, con un pato de raza criolla y de sexo masculino agarrado por las patas, se detiene ante el hogar de Doña Eduviges Garcette de Marimón. Toca timbre y doña Eduviges sala a atender.

EDUVIGES -¿Qué deseaba?

SEÑOR -Buenas tardes, señora. Su marido me manda para que le deje este pato... Dice que lo prepare para la noche porque viene con invitados.

EDUVIGES ­­-¿Para la noche? ¡Y recién me lo trae! ¿No sabe cuántos son los invitados?

SEÑOR - Creo que dos, señora.

EDUVIGES -Está bien. ¿Hay que abonar algo?

SEÑOR -No señora. Está pago.

EDUVIGES -A ver... permítame... Gordo está.

SEÑOR -El mismo lo eligió.

EDUVIGES -En fin...Traiga... ¿Está seguro que es para acá, no?

SEÑOR -¿Familia Marimón?

EDUVIGES -La misma. Sírvase... Para usted.

SEÑOR -De ninguna manera, señora. Propinas no. Soy amigo de su esposo.

EDUVIGES -Ah, perdone.

SEÑOR -Buenas tardes... y gracias de cualquier manera.

EDUVIGES -Buenas tardes...buenas tardes...

SEÑOR -Ah, qué cabeza la mía. Casi me olvidaba... Dice su marido que le mande el sobretodo... Como refrescó, sabe.

EDUVIGES -¿El sobretodo? ¿Cuál?

SEÑOR -El nuevo.

EDUVIGES -En fin... ¿Usted va para la oficina?

SEÑOR -No... pero se lo puedo llevar.

EDUVIGES -Muchísimas gracias. Le voy a dar la bufanda, también...Un momentito ¿eh? Un momentito.

ESCENA II

El mismo día, al anochecer. Marimón de regreso en su hogar.

EDUVIGES -¿Ya estás de vuelta, querido?

MARIMÓN -Sí, querida.

EDUVIGES -¿Está muy fresco afuera?

MARIMÓN -Regular...

EDUVIGES -¿A qué hora llegan los invitados?

MARIMÓN -¿Qué invitados?

EDUVIGES -Los que ibas a traer para comer el pato.

MARIMÓN -¿Qué pato?

EDUVIGES -El que me mandaste hoy de tarde.

MARIMÓN -¿Yo?

EDUVIGES -Pero viejo. El pato que me mandaste por el amigo ese que te llevó el sobretodo.

MARIMÓN -¿Qué sobretodo?

ESCENA III

En la Comisaría. Está Marimón muy indigando frente al escribiente.

MARIMÓN -¿Se da cuenta? Tome nota... tome nota.

ESCRIBIENTE -Un momentito... un momentito... ¿No ve que tengo que escribir a mano?

MARIMÓN -Parece mentira, amigo. Ni máquina de escribir tienen.

ESCRIBIENTE -Tenemos... tenemos.

MARIMÓN -¿Dónde?

ESCRIBIENTE -En la chacra del Comisario. Recién nomás la vino a buscar un amigo...Muy servicial el hombre. El Comisario nos mandó por él una yunta de pollos de regalo... Mírelos... ahí están. ¿Cómo era su asunto, amigo? Le llevaron un pato ¿y qué más?

TELÓN LENTO

Mauricio Rosencof (uruguayo)

10 de mayo de 1964

"Instrucciones para subir una escalera"

Julio Cortázar


Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.


(Texto incluído en Historias de cronopios y famas de Julio Cortázar, publicado en 1962.)

Circe Maia


Me gustaría

que me oyeras la voz y yo pudiera

oír la tuya

Sí, sí, hablo contigo

mirada silenciosa

que recorre estas líneas.

Y repruebas, tal vez, este imposibe

deseo de salirse del papel y la tinta.

¿Qué nos diríamos?

No sé, pero siempre es mejor

que el conversar a solas

dando vueltas a las frase, a sonidos,

(el poner y sacar paréntesis y al rato

colocarlos de nuevo)

Si tu voz irrumpiera

y quebrara esta misma

línea... ¡Adelante!

Ya te esperaba. Pasa.

Vamos al fondo. Hay algunos frutales.

Ya verás. Entra.


 (Perteneciente al poemario Breve Sol, de la poeta tacuaremboense Circe Maia, publicado en 2001.)


Cristina Peri Rossi

Esta noche, entre todos los normales,

te invito a cruzar el puente.

Nos mirarán con curiosidad -estas dos muchachas-

y quizás, si somos los suficientemente sabias,

discretas y sutiles

perdonen nuestra subversión

sin necesidad de llamar al médico

al comisario político o al cura

Idea Vilariño


 Sí. Hay una mujer que a veces abre un piano o se abraza a un violín melancólicamente o que dibuja cardos o que tiene unas manos pálidas y sufridas que escriben al crepúsculo frases incoherentes que peinan cada noche sus cabellos de bronce y bañan cada día sin luz su cuerpo vano.
Ella habla con las gentes, ella ríe, hasta come y también tiene un nombre que tal vez es un eco pero nadie la paga su precio sobrehumano cuando tiende a los hombres sus ofertas de fuego.
Ella misma se acepta con su forma y su vida como un hecho sencillo, concreto, definido y los hombres la buscan, la hieren o la olvidan, sin verla, sin saberla,
aunque a veces la amaron hombres de ojos sombríos.
Sí. Existe una mujer, un nombre, una manera de vestir, de andar o de ordenar los versos, una cosa que piensa en frías noches en vela que si fuera un par de ojos y no toda esa luna que devuelve el espejo...

 1942

Juana de Ibarbourou


Despecho


¡Ah, que estoy cansada! Me he reído tanto,

Tanto, que a mis ojos ha asomado el llanto;

Tanto, que este rictus que contrae mi boca

Es un rastro extraño de mi risa loca.

Tanto, que esta intensa palidez que tengo

(Como en los retratos de viejo abolengo)

Es por la fatiga de la loca risa

Que en todo mi cuerpo su sopor desliza.

¡Ah, que estoy cansada! Déjame que duerma;

Pues, como la angustia, la alegría enferma.

¡Qué rara ocurrencia decir que estoy triste!

¿Cuándo más alegre que ahora me viste?

¡Mentira! No tengo ni dudas, ni celos,

Ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos,

Si brilla en mis ojos la humedad del llanto,

Es por el esfuerzo de reírme tanto...

(Del poemario Las lenguas de diamante de 1919)

Cansancio

¡Cómo mi nombre es repetido: Juana!

Cómo se ha dicho para el mal y para el bien,

con la rosa feliz de la mañana

y en los heroicos nados de la sien!

Juana en amor, y para el odio, Juana.

¡Ay, Juana en los sollozos, y también

en la triunfal alerta de la diana

y en la añorante ola de llantén!

Ahora yo solo el eco de algún día...

¡Juaaaana!, de una lejana epifanía,

¡Juaaaana!, del grito ronco del chacal.

Me voy durmiendo sin temer la muerte,

que ya camina, en mi callada suerte,

con su paso de fieltro, a mi portal

(Del poemario Oro y tormenta de 1956)

Lo Inefable

Delmira Agustini

Yo muero extrañamente... No me mata la Vida 

No me mata la Muerte, no me mata el Amor;

Muero de un pensamiento mudo como una herida

¿No habéis sentido nunca el extraño dolor ?

.

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida

Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor ?

¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida

Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor ?...

.

Cumbre de los Martirios!... Llevar eternamente,

Desgarradora y árida, la trágica simiente

Clavada en las entrañas como un diente feroz!...


Pero arrancarla un día en una flor que abriera

Milagrosa, inviolable !... Ah, más grande no fuera

Tener entre las manos la cabeza de Dios!

(Perteneciente al poemario Cantos de la mañana, de la poeta Delmira Agustini, publicado en 1910.)

Virginia Woolf

Fragmento de "Una habitación propia"

"...ni las mujeres de las obras de Shakespeare, ni las mencionadas en las Memorias auténticas del siglo diecisiete como las Verneys y las Hutchinsons, parecen carecer de personalidad o carácter.» Desde luego, si nos paramos a pensarlo, sin duda Cleopatra sabía ir sola; Lady Macbeth, se siente uno inclinado a suponer, tenía una voluntad propia;(...)las mujeres de las obras de Shakespeare no parecen carecer de personalidad ni de carácter. (...) las mujeres han ardido como faros en las obras de todos los poetas desde el principio de los tiempos: Clitemnestra, Antígona, Cleopatra, Lady Macbeth, Fedra, Gessida, Rosalinda, Desdémona, la duquesa de Malfi entre los dramaturgos; luego, entre los prosistas, Millamant, Clarisa, Becky Sharp, Ana Karenina, Emma Bovary, Madame de Guermantes. Los nombres acuden en tropel a mi mente y no evocan mujeres que «carecían de personalidad o carácter». En realidad, si la mujer no hubiera existido más que en las obras escritas por los hombres, se la imaginaría uno como una persona importantísima; polifacética: heroica y mezquina, espléndida y sórdida, infinitamente hermosa y horrible a más no poder, tan grande como el hombre, más según algunos. Pero ésta es la mujer de la literatura. En la realidad,(...) la encerraban bajo llave, le pegaban y la zarandeaban por la habitación. "

© 2018 Profa. Ana Victoria Moura
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar